Tuesday, June 4, 2024

Francisco escribe prefacio a libro del activista pro-homosexualista James Martin

Si Usted desconoce quién es James Martin, haga el favor de despertar y ponerse al tanto, ¡hora de dejar de estar tanto tiempo en Tik Tok viendo videos de gatos!

Este activista ya había publicado su nuevo libro en inglés, pero ahora la novedad es que la versión en italiano ha sido publicada nada más ni nada menos que por la Libreria Editorial Vaticana y el prefacio ha sido escrito por nadie más ni nadie menos que el propio Francisco. Vatican News en español, Jun-03-2024, presenta una traducción no oficial del aludido prefacio.

El Papa: La Biblia es el alimento que necesitamos para afrontar nuestra vida

El nuevo libro del sacerdote jesuita James Martin titulado «¡Lázaro, sal fuera!» (Libreria Editrice Vaticana) con un prefacio del Papa Francisco. «En estas páginas -escribe el Pontífice- se vislumbra una verdad del cristianismo siempre actual y fecunda... Jesús no sólo habló de vida eterna, sino que la dio.».

Papa Francisco


Debemos estar muy agradecidos al padre James Martin, cuyos otros escritos también conozco y aprecio, por este nuevo libro suyo dedicado a lo que él llama «el mayor milagro de Jesús»: la historia de la resurrección de Lázaro. Hay varias razones para estarle agradecido, estrechamente relacionadas con la forma en que ha escrito este texto brillante, apasionante y nunca previsible.

En primer lugar, el Padre James deja hablar al texto bíblico: lo examina con la mirada y el estudio de diferentes autores que han analizado a fondo esta página bíblica, captando sus diversos aspectos, sus diferentes acentos, sus diferentes interpretaciones. Pero este estudio es siempre «amoroso», nunca distante ni fríamente científico: es la mirada de quien está enamorado de lo que es la Palabra de Dios, el relato de los hechos del Hijo de Dios, Jesús. La lectura de todos los argumentos y exámenes de biblistas que relata el padre Martin me ha hecho cuestionarme hasta qué punto somos capaces de acercarnos a la Escritura con el «hambre» de quien sabe que esa palabra es verdadera y efectivamente la Palabra de Dios.

Que Dios «hable» debería hacernos estremecer en nuestros asientos cada día. Porque realmente la Biblia es el alimento que necesitamos para afrontar nuestra vida, representa la «carta de amor» que Dios envía desde hace siglos a los hombres y mujeres de todos los tiempos y lugares. Conservar la Palabra, amar la Biblia, llevarla con nosotros cada día con un pequeño Evangelio en el bolsillo, tal vez incluso buscarla en el móvil cuando tenemos una reunión importante, una cita delicada, un momento de desesperación... todo esto nos hará darnos cuenta de hasta qué punto la Escritura es un cuerpo vivo, un libro abierto, un testimonio palpitante de un Dios que no está muerto y enterrado en los estantes polvorientos de la historia, sino que camina con nosotros siempre, también hoy. También para ti, que ahora abres este libro intrigado por el relato de una historia que tantos conocen, pero que pocos han comprendido en su profundo y completo significado.

Además, en estas páginas vemos una verdad del cristianismo siempre actual y fecunda: el Evangelio es eterno y concreto, concierne tanto a nuestra vida interior como a la historia y a la vida cotidiana. Jesús no sólo habló de la vida eterna, sino que la dio. No se limitó a decir «Yo soy la resurrección», sino que también resucitó a Lázaro, que llevaba tres días muerto. La fe cristiana es la compenetración siempre presente de lo eterno y lo contingente, del cielo y la tierra, de lo divino y lo humano. Nunca lo uno sin lo otro. Si sólo fuera «terrenal», ¿qué la distinguiría de una buena filosofía, de una ideología estructurada, de un pensamiento articulado que se queda sólo en eso, de una teoría que permanece ajena al tiempo y a la historia? Y si el cristianismo sólo tratase del «después», sólo de la eternidad, sería una traición a la elección que Dios hizo, de una vez por todas, comprometiéndose con toda la humanidad. El Señor no se encarnó como una pretensión, sino que eligió entrar en la historia humana para que la historia de los hombres se configurase como el Reino de Dios, el tiempo y el lugar en que germina la paz, se sustancia la esperanza y el amor da la vida.

Lázaro, finalmente, somos todos nosotros. El padre Martín, en este aspecto adherido a la tradición ignaciana, nos hace identificarnos con la historia de este amigo de Jesús. También nosotros somos sus amigos, también nosotros estamos, a veces, «muertos» a causa de nuestro pecado, de nuestras carencias e infidelidades, del desaliento que nos desanima y nos aplasta el alma. Pero Jesús no tiene miedo de acercarse a nosotros, incluso cuando «apestamos» como un muerto enterrado durante tres días. No, Jesús no tiene miedo de nuestra muerte ni de nuestro pecado. Sólo se detiene ante la puerta cerrada de nuestro corazón, esa puerta que sólo se abre desde dentro y que cerramos con doble llave cuando pensamos que Dios ya no puede perdonarnos. Y en cambio, leyendo el detallado análisis de James Martin, se toca el sentido profundo del gesto de Jesús ante un muerto que está «muerto», que desprende mal olor, metáfora de la putrefacción interior que el pecado genera en nuestras almas. Jesús no tiene miedo de acercarse al pecador, a cualquier pecador, incluso al más impávido y descarado. Sólo tiene una preocupación: que nadie se pierda, que nadie pierda la oportunidad de sentir el abrazo amoroso de su Padre. Un escritor estadounidense, fallecido en 2023, dejó una admirable descripción de lo que es «la obra de Dios». Cormac McCarthy, novelista, hacía hablar así a uno de sus personajes en uno de sus libros: «Decía que creía en Dios aunque dudaba de la pretensión humana de conocer los pensamientos de Dios. Pero un Dios incapaz de perdonar ni siquiera sería Dios». Sí, efectivamente lo es: el trabajo de Dios es perdonar.

Por último, las páginas del padre James Martin me han recordado una frase de un biblista italiano, Alberto Maggi, quien, hablando del texto del milagro de Lázaro, comentó: «¡Con este milagro Jesús nos enseñó no tanto que los muertos resucitan, sino que los vivos no mueren! ¡Qué hermosa definición llena de paradojas! Por supuesto que los muertos resucitan, pero ¡qué verdad recordarnos que nosotros, los vivos, no morimos! Ciertamente la muerte llega, la muerte nos afecta, no sólo la nuestra, sino sobre todo la de nuestros seres queridos y familiares, la de todas las personas: cuánta muerte vemos a nuestro alrededor, injusta y dolorosa, porque está causada por las guerras, por la violencia y por la prevaricación de Caín sobre Abel. Pero el hombre y la mujer están destinados a la eternidad.

Todos lo somos. Somos una semilínea, por utilizar una imagen geométrica: tenemos un punto de partida, nuestro nacimiento humano, pero nuestra vida está dedicada al infinito. Sí, al infinito. Y lo que la Escritura llama «vida eterna» es esa vida que nos espera después de la muerte y que ya podemos tocar aquí cuando la vivimos no en el egoísmo que nos entristece, sino en el amor que ensancha nuestro corazón. Estamos hechos para la eternidad. Lázaro, gracias a estas páginas del Padre Martín, es nuestro amigo. Y su resurrección nos lo recuerda y lo atestigua.

Ciudad del Vaticano, 11 de marzo de 2024

Traducción no oficial.

El prefacio también fue publicado en la edición diaria en italiano de L'Osservatore Romano, Jun-03-2024, página 9.

A puerta cerrada en la Curia General de los Jesuitas en Roma: Teólogos de todo el mundo preparan la siguiente etapa del Sínodo

La Oficina de Prensa de la Santa Sede, Jun-03-2024, había informado de la audiencia concedida por Francisco al cardenal Mario Grech, secretario general de la Secretaría General del Sínodo; cabe la posibilidad que dicha audiencia esté relacionada con lo que dice la siguiente información.

Esta es una información de La Croix, Jun-04-2024, firmada por el corresponsal en el Vaticano, Loup Besmond de Senneville. Traducción de Secretum Meum Mihi.

Sínodo: teólogos de todo el mundo en Roma para preparar el resto de las reflexiones

El Vaticano está acelerando los preparativos para la Asamblea Plenaria del Sínodo sobre el futuro de la Iglesia, que se celebrará en octubre de 2024 en el Vaticano. Los teólogos trabajan en esta dirección del 4 al 14 de junio en Roma.

Loup Besmond de Senneville (en Roma)
04/06/2024


La reunión comenzará el 4 de junio, durante diez días. Unos quince teólogos del mundo entero se aprestan para iniciar una reunión decisiva para la próxima etapa del Sínodo sobre el futuro de la Iglesia, deseado por el Papa Francisco. En la Curia general de los jesuitas en Roma, deberán trabajar, a puerta cerrada, sobre la base del documento que se convertirá en el texto de trabajo de la próxima asamblea de octubre.

Con base en este trabajo se elaborará el Instrumentum laboris, el instrumento de trabajo del sínodo, que guiará la reflexión de los 364 padres y madres sinodales del 2 al 27 de octubre.

Cuestionarios y grupos de trabajo

Para ello, los teólogos trabajaron sobre las respuestas enviadas por los obispos del mundo a la consulta conducida por Roma después de la primera Asamblea Plenaria, en octubre de 2023. Este cuestionario invitaba en particular a compartir iniciativas locales de sinodalidad, y también preguntaba sobre “iniciativas concretas para la formación en sinodalidad”.

En el curso de los diez días en Roma, los teólogos tendrán en cuenta también los trabajos de los cinco grupos, constituidos a mediados de marzo, para reflexionar sobre el gobierno de la Iglesia. Los participantes de estos grupos, centrándose en “el verdadero rostro misionero” de la Iglesia local (obispos, órganos representativos), de los “grupos de Iglesias” (estatutos de las conferencias episcopales), de la “Iglesia universal” (papel de la Curia, ecumenismo , Iglesias de Oriente), “el método sinodal” y “el lugar de la Iglesia sinodal en la misión”, que ya han presentado sus trabajos.

Diez grupos de trabajo

En el mismo periodo, Francisco igualmente pidió la constitución de otros 10 grupos de trabajo, que se ocuparán de temas abordados durante la primera Asamblea en 2023, pero que ya no se tratarán en 2024. Entre ellos se incluyen, por ejemplo, “la escucha del grito de los pobres”, “la misión en el contexto digital”, “criterios de selección de los candidatos al episcopado” o incluso el discernimiento sobre “cuestiones doctrinales, pastorales y éticas controvertidas” y “los frutos del camino ecuménico en las prácticas eclesiales”.

Los participantes de estos grupos informarán sobre los avances de su reflexión en octubre, pero tendrán más tiempo para presentar sus conclusiones, que deberán completar antes de junio de 2025. Su trabajo apenas comienza y los miembros de estos grupos todavía no han sido identificados por Roma, según nuestras informaciones. “Es un regalo de Francisco a su sucesor, explica un alto responsable. ÉL abre los debates. El próximo Papa será el encargado de decidir”.


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