Wednesday, April 9, 2025

Cómo La Misa En Latín Dividió La Iglesia Católica

Algunas observaciones sobre el artículo a continuación. El titular que acaban de leer es el que originalmente llevaba el artículo, con el curso de las horas fue cambiado, lo mismo que el subtítulo, nosotros cuando estabamos en el proceso de traducirlo todavía no había sido editado, nos quedamos con el original. Segundo, tenga en cuenta que el artículo aparece en un medio de informaciones generales, dirigido a un público heterogéneo, a Usted, como católico formado e informado que es, podría parecerle que muchos pasajes son irrelevantes porque conoce a fondo el tema tratado.

Artículo de The Atlantic, Abr-09-2025. Traducción de Secretum Meum Mihi, con algunas adaptaciones.

Cómo la Misa en Latín Dividió la Iglesia Católica

Las restricciones del Papa Francisco al antiguo rito podrían haber sido contraproducentes.

Por Francis X. Rocca
9 de abril de 2025


Jessica Harvey solía tener su culto en una iglesia con vitrales y un techo altísimo. La parroquia Católica les dio a Harvey y a su familia un sentido de comunidad mientras se establecían en su nuevo pueblo en Virginia. Pero un año después, comenzaron a celebrar sus cultos en una escuela católica a seis kilómetros de distancia, en un espacio reducido que antes servía de estudio de ballet y cuarto de almacenamiento. En lugar de vitrales, imágenes de colores cubren las ventanas. Conductos expuestos cuelgan por encima.

¿A qué se debe la degradación? La parroquia de Harvey se vio obligada a reubicar su Misa Tradicional en Latín, versión antigua de la liturgia católica que ha desatado una de las controversias más acaloradas del Catolicismo moderno. En 2021, el papa Francisco restringió el acceso al antiguo rito y exigió a los sacerdotes un permiso especial para celebrarlo. Las parroquias que aún pueden ofrecer la Misa tradicional no pueden anunciarla en su boletín. Y muchos devotos de la Misa en Latín, como Harvey, ya no celebran sus cultos en sus iglesias, que están reservadas en gran medida para el rito más nuevo, ahora estándar. Los tradicionalistas se han visto relegados, en algunos casos, a auditorios y gimnasios escolares.

En una autobiografía publicada a principios de este año, el papa dejó claro su desagrado, escribiendo que deploraba la “ostentación” de los sacerdotes que celebran la Misa tradicional con elegantes ornamentos y encajes, lo cual “a veces puede ocultar desequilibrios mentales”. Tal lenguaje contrasta claramente con su énfasis en la misericordia y la flexibilidad pastoral hacia grupos marginados, como los Católicos divorciados o LGBTQ.

Al emitir el decreto, Francisco afirmó que intentaba preservar la unidad en la Iglesia, donde la liturgia se había convertido en un punto de conflicto particular en su campaña por modernizar la fe. Pero, ya sea que el papa busque la unidad mediante la reconciliación o la supresión, no lo está logrando. El edicto ha endurecido y profundizado las divisiones entre los católicos, distanciando al pequeño pero joven, ferviente e inquebrantable grupo de fieles a la Misa en Latín.

Durante casi 1500 años, la gran mayoría de los católicos de la Iglesia Occidental asistió a la Misa en Latín. Pero tras el Concilio Vaticano II (1962-1965), el rito cambió de maneras que fueron mucho más allá de la traducción a la lengua vernácula. Para fomentar la “participación activa”, el concilio exigió una mayor participación de los laicos durante la Misa: los feligreses comenzaron a leer las Sagradas Escrituras, dirigir oraciones y responder al sacerdote, quien comenzó a mirar a la congregación en la mayoría de las celebraciones. Muchas iglesias experimentaron con la liturgia y tocaron música contemporánea. Mientras que las ceremonias del rito antiguo enfatizaban el sacrificio de Cristo en la cruz, las del nuevo rito resaltaban la cena Eucarística compartida.

La mayoría de los católicos aceptaron las reformas, que les ayudaron a comprender y comprometerse con la práctica central de su fe. Sin embargo, una dedicada minoría resistió y continuó celebrando la antigua Misa, a veces sin obtener el nuevo permiso requerido por el Vaticano. (A las parroquias se les permitió celebrar la nueva Misa en Latín, pero pocas lo hicieron). Los tradicionalistas solían explicar su apego enfatizando la belleza de la antigua Misa en Latín, que a menudo se acompaña de canto gregoriano o polifonía, y su conexión con la historia de la Iglesia. También afirman que el rito es más reverencial; muchos aprecian los largos períodos de silencio cuando las palabras del sacerdote son inaudibles.

Las restricciones a la Misa comenzaron a flexibilizarse en la década de 1980, cuando el papa Juan Pablo II permitió a los obispos que permitieran el rito tradicional dentro de sus diócesis. Sin embargo, el acceso siguió siendo irregular hasta 2007. Ese año, el papa Benedicto XVI eliminó prácticamente todas las restricciones, una decisión que atrajo una amplia cobertura mediática y despertó un nuevo interés en la Misa que nunca desapareció. Hoy, Stephen Cranney, sociólogo de la Universidad Católica de América, estima que decenas de miles de personas asisten, al menos ocasionalmente, al antiguo rito en Estados Unidos, país que se cree tiene la comunidad de Misa en Latín más grande del mundo. Eso es solo una fracción de los aproximadamente 75 millones de católicos estadounidenses. Pero tienden a estar firmemente comprometidos con su fe, me dijo Cranney, el tipo de grupo que proporciona “combustible de alto octanaje para una institución religiosa”. En 2023, Cranney y Stephen Bullivant, sociólogo de la religión, encuestaron a Católicos y descubrieron que la mitad expresó interés en asistir a una Misa en Latín.

El resurgimiento del antiguo rito parece formar parte de un movimiento más amplio en la Iglesia. “Existe un deseo de volver a lo que una vez fue, de arraigarse en una tradición”, en medio de “una especie de inestabilidad moderna donde todo parece ir al traste”, me dijo Timothy O'Malley, experto en liturgia que enseña en la Universidad de Notre Dame. Señaló el creciente número de Católicos que han adoptado antiguas costumbres, como arrodillarse para comulgar y usar velo en la Misa. Esta tendencia también se extiende a otros Cristianos, incluidos los Episcopales, que han recuperado el uso del Libro de Oración Común de 1928.

Aunque parezca contradictorio, este regreso a la tradición parece estar liderado por los jóvenes Católicos, quienes constituyen una proporción desproporcionada de los devotos de la Misa en Latín. Según una encuesta reciente de Cranney y Bullivant en parroquias que ofrecían la Misa Tradicional, el 44 % de los católicos que asistían al antiguo rito al menos una vez al mes eran menores de 45 años, en comparación con solo el 20 % de los demás feligreses. Patrick Merkel, estudiante de último año en Notre Dame que asiste a la Misa en Latín en el campus, cree que el rito tradicional atrae a los jóvenes porque, a diferencia de la mayoría de las cosas en sus vidas, no cambia. “Una Misa en Latín en un pequeño pueblo de Wisconsin es igual que en Londres o Nueva York”, me dijo Merkel. “Siempre es el mismo hogar reconfortante al cual regresar”.

En lugar de ver la Misa en Latín como una fuente de vitalidad en la Iglesia, Francisco la denuncia como un punto de encuentro para el disenso. La celebración del antiguo rito, argumentó en una carta a los obispos que acompañó el decreto de 2021, “se caracteriza cada vez más por un rechazo creciente no sólo de la reforma litúrgica, sino del Concilio Vaticano II”.

Tiene razón en que algunos defensores de la Misa en Latín han sido críticos divisivos de la Iglesia moderna. Marcel Lefebvre, un arzobispo que fundó un grupo tradicionalista llamado la Sociedad de San Pío X (FSSPX), se opuso a enseñanzas clave del concilio —incluso sobre la apertura de la Iglesia a otras religiones, particularmente el Judaísmo— y ordenó cuatro obispos sin la aprobación papal en 1988. El Papa Juan Pablo II declaró cismáticas las ordenaciones y los cinco hombres incurrieron automáticamente en excomunión. Carlo Maria Viganò ofrece un ejemplo más reciente. Ex enviado del Vaticano a los EE. UU., Viganò culpó al Vaticano II por difundir el “caos infernal” y acusó a la nueva Misa de causar “la disolución espiritual y moral de los fieles”. Después de alegar que las “herejías” de Francisco lo convertían en un papa ilegítimo, el Vaticano también lo declaró excomulgado.

Agitadores menos conocidos abundan en internet. “A pesar de todas sus protestas públicas en contrario, los ‘tradicionalistas’ que son ‘influencers’ en redes sociales transmiten una desunión radical con la Iglesia y su Magisterio”, escribió William T. Ditewig, diácono y autor, poco después del decreto de 2021.

La semana pasada, el asesinato de un sacerdote en Kansas desató la especulación de que el tradicionalismo podría estar asociado con algo aún peor que el cisma. El hombre acusado del asesinato había escrito críticas sobre la Iglesia posterior al Vaticano II, pero el motivo del tiroteo permanece desconocido.

Los asistentes a la Misa en Latín con los que hablé comentan que sus congregaciones tienen fuertes críticas al Vaticano II y a la Iglesia moderna, pero insisten en que estas personas no son representativas. Aun así, las limitaciones que Francisco ha impuesto al antiguo rito parecen haber aislado aún más a algunos de sus fieles de la Iglesia en general. Desde que reubicaron su Misa, Jessica Harvey me comentó que a ella y a su familia les ha costado más mantener la conexión con su parroquia: “Tenemos que esforzarnos para asegurarnos de seguir formando parte de la comunidad más amplia”.

Algunos asistentes a la Misa en Latín han respondido a las restricciones recurriendo a las liturgias ofrecidas por grupos disidentes. El sitio web de la FSSPX indica que unos 25.000 estadounidenses asisten a sus liturgias. James Vogel, portavoz del grupo en Estados Unidos, me comentó que la asistencia ha aumentado en varios miles en los últimos años.

El renovado interés en el rito tradicional coincide con la llamada hipótesis de la “iglesia estricta”, que estipula que los grupos religiosos tienden a prosperar cuando aumenta el coste de pertenecia a ellos. Si usted y sus compañeros devotos de la Misa en Latín son relegados de una iglesia a un cuarto de almacenamiento, su membresía probablemente adquirirá mayor valor.

Mientras que algunos Católicos parecen haber comenzado a asistir a la Misa en Latín como respuesta directa al decreto de Francisco, Harvey dice que su razón para ir tiene poco que ver con la política eclesiástica. Es más simple: “Este es un lugar donde nos encontramos con Dios más fácilmente”.

Carlos Y Camila Visitaron A Francisco

La visita, que inicialmente estaba programada para ayer y de forma oficial, finalmente se dio hoy de forma privada, según informa la Oficina de Prensa de la Santa Sede.

Este es un artículo de Vatican News, Abr-09-2025.

Carlos y Camilla en visita privada al Papa en su aniversario de boda

La realeza británica, de visita de Estado en Italia del 7 al 10 de abril, fue recibida esta tarde por Francisco para una visita privada a la Casa Santa Marta, donde el Pontífice continúa su convalecencia tras ser ingresado en el Hospital Gemelli. El Papa y el Rey se desearon mutuamente una pronta recuperación.

Salvatore Cernuzio - Ciudad del Vaticano


En un día especialmente significativo para su familia, entre su 20º aniversario de boda y el cuarto aniversario de la muerte de Felipe de Edimburgo, los miembros de la realeza británica Carlos y Camilla -de visita oficial en Italia del 7 al 10 de abril- se han reunido esta tarde en privado con el Papa Francisco. El encuentro ha tenido lugar en la Casa Santa Marta, donde el Pontífice se encuentra convaleciente desde hace más de dos semanas, tras ser ingresado en el Hospital Gemelli, y donde recientemente ha reanudado algunos encuentros.

La Oficina de Prensa de la Santa Sede informa: «El Papa Francisco se ha reunido esta tarde en privado con Sus Majestades, el Rey Carlos y la Reina Camilla. Durante el encuentro, el Papa ha expresado sus mejores deseos a Sus Majestades con motivo de su aniversario de boda y ha correspondido a los deseos de Su Majestad de una pronta recuperación de su salud».

Una referencia, esta última, al estado de salud del Rey, hospitalizado a finales de marzo debido a los efectos secundarios de un tratamiento contra el cáncer diagnosticado hace un año.

El Palacio de Buckingham había anunciado un encuentro oficial con el Papa a principios de marzo, mientras Francisco llevaba unos días hospitalizado por una neumonía bilateral, explicando que la realeza británica pasaría la primera etapa de su viaje a Italia para celebrar el Jubileo con el Papa en el Vaticano. Una nota posterior del 24 de marzo anunciaba que el Rey Carlos III y su consorte ya no verían al Papa debido a razones relacionadas con su convalecencia. Sus Majestades expresan al Papa sus mejores deseos para su convalecencia y esperan visitar la Santa Sede tan pronto como se haya recuperado».

Un deseo que la pareja pudo expresar en persona durante su encuentro el miércoles 9 de abril por la tarde. Carlos III no solo es monarca del Reino Unido, sino también cabeza de la Iglesia anglicana. En 2019, en vísperas de la canonización del cardenal John Henry Newman, el primer británico proclamado santo desde hacía más de cuarenta años, el entonces príncipe de Gales había escrito un artículo en L'Osservatore Romano, en el que calificaba el acontecimiento de «motivo de celebración no solo en el Reino Unido y no solo para los católicos, sino también para todos aquellos que aprecian los valores que lo inspiraron». Carlos asistió entonces a la ceremonia en el Vaticano el 13 de octubre de 2019, al término de la cual saludó al Papa Francisco.

Durante su visita de tres días, los monarcas británicos se reunieron con el Presidente de la República, Sergio Mattarella, y con la Primera Ministra, Giorgia Meloni. El Rey pudo dirigirse a la Asamblea del Parlamento reunida en Montecitorio.


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