Artículo de Francesco Capozza en Il Tempo, Dic-08-2025. Traducción de Secretum Meum Mihi (con adaptaciones).
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El Papa León regresa a casa. Listo el apartamento pontificio
Luego de la reestructuración, Prevost habitará en el histórico hogar del Palacio Apostólico, el espacio jamás habitado por Bergoglio que permaneció viviendo en el convento Santa Marta
FRANCESCO CAPOZZA
Después de casi ocho meses de complejas reestructuracioes, el apartamento pontificio en la tercera planta del Palacio Apostólico está finalmente listo. Faltan sólo los últimos detalles, pero fuentes fidedignas consultadas por Il Tempo confirman: en enero, León XIV se transferirá a la que fue residencia privada de los Papas hasta el 28 de febrero de 2013, último día del pontificado de Benedicto XVI. Todos recordarán que, tras su elección, Bergoglio decidió permanecer viviendo en Santa Marta, un antiguo convento al interior de Ciudad del Vaticano, completamente reestructurado por Juan Pablo II en la década de los noventa para alojar a los cardenales durante la Sede Vacante.
De hecho, hasta el Cónclave que eligió al arzobispo de Cracovia en 1978, los cardenales llamados a elegir al sucesor de Pedro se veían obligados a vivir, aunque solo fuera por unos días, en pequeños alojamientos improvisados construidos en habitaciones divididas por tabiques, a menudo con baños comunitarios. En 1996, Juan Pablo II creó un auténtico y verdadero albergue con todas las comodidades: 120 estudios y apartamentos de dos habitaciones dotados con baño privado y una pequeña capilla para las oraciones de los Eminentísimos. Apenas elegido, el 13 de marzo de 2013, el papa Francisco decidió quedarse a vivir allí, en el apartamento de estado diseñado originalmente por arquitectos encargados por Wojtyla para que el nuevo pontífice se alojara allí unos días, mientras esperaba la apertura del apartamento oficial (como es costumbre al comienzo de cada Sede Vacante) y el natural «rejuvenecimiento» para cada nuevo inquilino que entra en una casa previamente deshabitada.
Durante años, la propaganda pauperista bergogliana hizo creer que Francisco vivía en sesenta metros cuadrados, mientras que decenas de cardenales curiales seguían alojados en espléndidos apartamentos renacentistas dentro o en las inmediaciones de las Sacros Muros. Sin embargo, hace unos meses, fuimos los primeros en revelar, tras leer los documentos y estados financieros, que a lo largo de los años Bergoglio había tomado posesión de todo el segundo piso de Santa Marta, preparándose para sí mismo y sus colaboradores un inmenso apartamento de más de trescientos metros cuadrados, dotado de capilla privada, varias salas de estar, cocina y un amplio comedor. El costo de mantenimiento de toda esta nueva operación era de aproximadamente doscientos mil euros al mes, considerando también la contratación de nuevo personal y nuevos gendarmes, y el hecho de que el Palacio Apostólico, obviamente, no podía quedar abandonado.
Y, sin embargo, así fue: en cuanto se rompieron los sellos del Apartamento Papal tras la elección de León XIV, la escena que se presentó al nuevo pontífice y su equipo fue de verdadero schock. La cocina, que según Mons. Georg Gänswein, secretario de Benedicto XVI, había sido completamente renovada a finales de la década del 2000, había desaparecido y estaba completamente desmantelada. Las filtraciones provenientes del techo, fruto de doce años de falta de mantenimiento, habían comprometido los sistemas eléctricos —que ya no cumplían con la normativa— y los llamados «soffittoni», los pequeños apartamentos construidos sobre el apartamento del Papa para uso de sus secretarios particulares, se encontraban ahora en un estado desastroso, llenos de moho e inhabitables. Prevost, quien nunca consideró volver a vivir en Santa Marta como su directo predecesor (tanto es así que desde la noche de su elección, ocurrida el 8 de mayo, reside en el Palacio Sant'Uffizio, en su antiguo apartamento cuando era cardenal), ordenó de inmediato la reestructuración y puesta en regla del Apartamento, pero el proceso se ha prolongado gradualmente por diversas razones.
En primer lugar, porque cada mañana León recibe a jefes de estado y embajadores —así como a miembros de la Curia— en la biblioteca papal privada, situada a pocos metros del apartamento, por lo que las obras se detienen durante esos momentos. En segundo lugar, porque, como se reveló hace tiempo, se están construyendo pequeños estudios adicionales para la pequeña comunidad de agustinos que el pontífice planea que viva con él. No obstante, aquí estamos: a principios de enero, los romanos que paseen por la Plaza de San Pedro por la noche verán finalmente encendidas de nuevo las luces del tercer piso del Palacio Apostólico.
