Sunday, March 2, 2025

«Me Siento Como “Llevado” Y Sostenido Por Todo El Pueblo De Dios», Francisco Agradece Desde El Hospital

“La noche ha sido tranquila, el Papa sigue descansando”, fue lo que dijo sobre la salud de Francisco en la mañana de Mar-02-2025, la oficina de Prensa de la Santa Sede sobre la salud de Francisco.

A mediodía y como se anunció, fue publicado en el boletín diario de la Oficina de Prensa de la Santa Sede el texto correspondiente al Ángelus. Por fin alguien hizo caer en la cuenta al Pontífice qué era lo importante comunicar y no dar complacencia a los medios de comunicación, especialmente los bergoglianos, no limitándose a lo secundario y accesorio, como ocurrió los dos Domingos anteriores cuando se publicó la parte final o posterior al rezo de esta oración (aquí y aquí), correspondiente a los saludos, pronunciamientos, llamamientos, que suele hacer y que es de la cual casi sin excepción toman insumo para reportar los medios seculares. De todos modos, no es que esa parte haya desparecido hoy, solamente que como lo que en el efecto ha desparecido es el Ángelus propiamente dicho, entonces la reflexión inicial se ha fundido en un solo texto con la parte que suele ir al final.

Queridos hermanos y hermanas,

en el Evangelio de este domingo (Lc 6,39-45) Jesús nos hace reflexionar sobre dos de los cinco sentidos: la vista y el gusto.

Sobre la vista, pide entrenar los ojos para observar bien el mundo y juzgar con caridad al prójimo. Dice así: «Saca primero la viga de tu ojo, y entonces podrás ver para sacar la brizna que hay en el ojo de tu hermano» (v. 42). Solo con esta mirada de cuidado, no de condena, la corrección fraterna puede ser una virtud. ¡Porque si no es fraterna, no es una corrección!

Sobre el gusto, Jesús nos recuerda «cada árbol se conoce por su fruto» (v. 44). Y los frutos que vienen del hombre son por ejemplo sus palabras, que maduran en la boca, de modo que «de lo que rebosa el corazón habla su boca» (v. 45). Los malos frutos son las palabras violentas, falsas, vulgares; los buenos son las palabras justas y honestas que dan sabor a nuestros diálogos.

Y entonces podemos preguntarnos: ¿yo cómo miro a las otras personas, que son mis hermanos y hermanas? ¿Y cómo me siento mirado por ellos? ¿Mis palabras tienen un buen gusto, o están empapadas de amargura y de vanidad?

Hermanas y hermanos, os mando estos pensamientos todavía desde el hospital, donde como sabéis estoy desde hace varios días, acompañado por médicos y trabajadores sanitarios, a quienes doy las gracias por la atención con la que me cuidan. Siento en el corazón la “bendición” que se esconde dentro de la fragilidad, porque precisamente en estos momentos aprendemos aún más a confiar en el Señor; al mismo tiempo, doy gracias a Dios porque me da la oportunidad de compartir en el cuerpo y en el espíritu la condición de tantos enfermos y personas que sufren.

Quisiera daros las gracias por las oraciones, que se elevan al Señor desde el corazón de muchos fieles de muchas partes del mundo: siento todo vuestro afecto y vuestra cercanía y, en este momento particular, me siento como “llevado” y sostenido por todo el Pueblo de Dios. ¡Gracias a todos!

Yo también rezo por vosotros. Y rezo sobre todo por la paz. Desde aquí la guerra parece aún más absurda. Rezamos por la atormentada Ucrania, por Palestina, Israel, Líbano, Myanmar, Sudán, Kivu.

Nos encomendamos confiados a María, nuestra Madre. Feliz domingo y hasta pronto.