Artículo de La Prensa, Dic-02-2024.
Follow @SECRETUMMEUMPolicía orteguista secuestra a sacerdote de Nueva Guinea
El padre Floriano Ceferino Vargas administra la parroquia San Martín de Porres en Nueva Guinea, Diócesis de Bluefields, en el Caribe Sur de Nicaragua.
La Prensa
2 de diciembre de 2024
El sacerdote Floriano Ceferino Vargas fue detenido por la Policía orteguista este domingo 1 de diciembre, después de que había celebrado la misa vespertina en la parroquia que administra en Nueva Guinea, Diócesis de Bluefields, en el Caribe Sur de Nicaragua.
La información fue confirmada por diferentes fuentes locales, tras la denuncia publicada en las redes sociales por el líder campesino en el exilio, Medardo Mairena, quien es originario de esa zona.
“Nos llega información que la Policía sandinista secuestró al padre Floriano Ceferino Vargas el día de ayer, alrededor de las 2:00 p.m. después de celebrar la Santa Eucaristía. Actualmente el padre Ceferino es párroco de la iglesia San Martin de Porres en Nueva Guinea, Diócesis de Bluefields. El padre se encuentra desaparecido, no hay ninguna información de su paradero”, escribió Mairena en su cuenta de X.
Sacerdotes perseguidos en Nicaragua
Esta nueva detención se da en un contexto de ataques y persecución a los sacerdotes de la Iglesia católica de Nicaragua, sobre todo a quienes son identificados como críticos de la dictadura de Daniel Ortega y su esposa, Rosario Murillo.
El régimen orteguista ha encarcelado y desterrado a 41 sacerdotes, cuatro obispos y cuatro seminaristas, según un conteo realizado por LA PRENSA. La última expulsión fue del obispo de la Diócesis de Jinotega, monseñor Carlos Enrique Herrera, desterrado a Guatemala.
Hasta ahora no se sabe el paradero del padre Ceferino Vargas, por lo que en las redes sociales se está denunciando su desaparición
Ortega en guerra contra la Iglesia católica
En Nicaragua, la dictadura de Ortega y su esposa, la vicepresidenta Rosario Murillo, acusan a la Iglesia católica de haber apoyado las protestas de 2018, que para Ortega fue un intento de “golpe de estado”.
Bajo ese argumento, la Policía orteguista encarcela sacerdotes, prohíbe que las actividades religiosas se realicen fuera de los templos. También han cancelado numerosas organizaciones sociales, caritativas, albergues de la Iglesia católica, centros académicos, medios de comunicación de línea católica, expulsado monjas y sacerdotes del país.
La guerra de Ortega contra la Iglesia católica lo llevó a suspender las relaciones diplomáticas con el Vaticano, tras una crítica del papa Francisco por la detención de sacerdotes en Nicaragua.