Friday, February 23, 2024

Padre Hans Zollner: “Nadie comprende la pretensión de algunos en la Iglesia de defender a los criminales”

El cardenal Seán Patrick O’Malley, presidente de la Comisión Pontificia para la Protección de los Menores, está a pocos días de cumplir 80 años, es decir, renunciará no solamente a dicha comisión sino a todos los otros encargos que tiene, además, dejará de ser cardenal elector caso de un futuro cónclave. Y estando en esa circunstancia, prevemos que su sucesor en el primer cargo que hemos dicho es el P. Hans Zollner, antiguo miembro de esa comisión, y quien ha concedido la siguiente entrevista a Loup Besmond de Senneville, corresponsal en Roma del periódico francés La Croix, con ocasión de haberse cumplido el 5° aniversario de aquella cumbre sobre abuso en la Iglesia convocada por Francisco. Traducción de Secretum Meum Mihi.

La Croix: Cinco años después de la organización de la cumbre del Vaticano, ¿cuál es su balance de la lucha contra la pedofilia en la Iglesia?

Hans Zollner:
En los últimos cinco años hemos visto pasos significantes. A nivel universal se han establecido varias normas, entre ellas Vox estis lux mundi, un conjunto de reglas que se ha consolidado desde entonces. Requiere que todos los clérigos y religiosos y religiosas denuncien a sus superiores cualquier tipo de abuso sexual y espiritual del que tengan conocimiento.

Cuando el Papa Francisco nos pidió que organizáramos esta cumbre en 2019, quería enviar una señal muy fuerte a todos los líderes católicos del mundo, sean los obispos —ya que todos los presidentes de las conferencias episcopales fueron convocados a Roma— sino también los jefes de los dicasterios de los Curia Romana y los superiores de las congregaciones religiosas.

Se trataba también de darle importancia a los testimonios de las víctimas, y por eso invitamos a algunas a unirse a nosotros. Esto ha tenido efectos a largo plazo. Por ejemplo, un obispo británico recientemente permitió que las víctimas hablaran en su Misa de posesión. Hace cinco años, esto estaba fuera de discusión.

¿Son suficientes las normas adoptadas en el Vaticano?

H.Z.:
En ninguna institución la ley no es perfecta. Hay posibles mejoras en varios áreas, por ejemplo, en el derecho canónico. En un juicio, las partes deben tener acceso al contenido del juicio y conocer sus derechos. El proceso canónico debe llegar a ser más transparente.

En términos más generales, las normas adoptadas por Roma indican la dirección correcta, pero actualmente no tenemos ningún mecanismo para monitorear su implementación. En algunos países, los obispos han dimitido tras disfunciones. En otros, no.

¿Por qué se aplican sanciones en un caso y en otros no? Si queremos que la nueva legislación tenga un efecto duradero y profundo, debe ir acompañada de un cambio de actitud.

¿Es un problema de transparencia?

H.Z.:
No, creo que eso representa sólo una parte del problema. Es más bien un problema de procedimiento y de implementación.

¿Qué sucede cuando un obispo es culpable de no denunciar abusos sexuales a Roma? ¿Quién se ocupa de esto? ¿Quién lo investiga? ¿Quién es responsable de ello en Roma? ¿Y con qué consecuencias?

De manera similar, no se conoce con precisión la diferencia en la aplicación de estas normas en las distintas regiones del mundo. No disponemos de datos precisos.

¿No es éste el trabajo de la Comisión Vaticana para la Protección de Menores?

H.Z.:
Los informes de la comisión probablemente permitirán realizar un seguimiento de las acciones emprendidas en este ámbito.

¿Están los obispos suficientemente conscientes de lo que está en juego?

H.Z.:
Algunos dicen que los problemas de abuso no les conciernen. Pero, por otro lado, el Dicasterio para la Doctrina de la Fe dice que recibe expedientes de casos de todo el mundo. Existe entonces una cierta contradicción entre estos dos elementos.

Pero más allá de la cuestión de la conciencia del problema, los obispos enfrentan una tensión. Deben ser a la vez padre de sus sacerdotes y también su juez. Esto pone a muchos de ellos en dificultades. La única manera de superar este problema es establecer procedimientos claros en cada diócesis para abordar los problemas de abuso cuando surjan. Esto podría incluir delegar a un tercero independiente la gestión del expediente del caso o la realización de la investigación.

Por último, constantemente vemos que la formación es necesaria. ¿Qué debe hacer un obispo ante un caso? La cuestión se plantea a nivel canónico, en relación con las víctimas, pero también en términos de comunicación o trato con los sacerdotes condenados.

El Vaticano publicó en 2020 un vademécum (manual) sobre los procedimientos a seguir, pero no siempre es suficiente. A veces, los obispos saben en su mente lo que deben hacer, pero les falta experiencia.

Usted viaja por todo el mundo para crear conciencia sobre el tema del abuso: ¿qué resistencias observa?

H.Z.:
Noto que algunos siguen sosteniendo la imagen de una Iglesia pura y santa, donde parece inconcebible cometer el más mínimo error. Esto lleva a no admitir la realidad de los crímenes cometidos por los miembros de la Iglesia. Es una imagen que no corresponde con la realidad humana de esta institución ni con las expectativas de la gente.

El Pueblo de Dios sabe muy bien que los sacerdotes no son santos sino que, como todos, son pecadores. Los católicos pueden entender esto y, hasta cierto punto, pueden perdonarlo. Por otro lado, nadie entiende cómo algunos en la Iglesia pueden pretender ser perfectos y defender a los criminales.

Cristo dice en el Evangelio: “Cuando esto hicisteis por uno de mis hermanos más pequeños, por mí lo hicisteis... Cuando no lo hicisteis por uno de estos más pequeños, por mí no lo hicisteis”.

¿Se tiene suficientemente en cuenta a las víctimas?

H.Z.:
No es posible sacar una conclusión general sobre este punto. Por mi experiencia veo que las expectativas de las víctimas son muy diferentes de una persona a otra.

Algunos exigen ser escuchados por funcionarios de la Iglesia, otros no. Algunos quieren reparaciones financieras, otros no. Algunos exigen atención, otros no. Por tanto, es difícil hablar de las víctimas y de la consideración de sus preocupaciones.

Pero lo que puedo decir es que debemos aprender a escucharlos y agradecer su contribución.

Si ahora parece haber una mayor conciencia de la tragedia de la criminalidad infantil, no parece ser el caso todavía del abuso contra los adultos. ¿Cómo podemos cambiar esto?

H.Z.:
En cuanto al abuso sexual, la concienciación no llegó de repente. En Estados Unidos, Inglaterra o Irlanda empezó hace treinta o cuarenta años.

Respecto a los distintos tipos de abuso cometidos contra adultos, probablemente seguiremos el mismo proceso gradual. Tomará tiempo.