Al autor del siguiente artículo se le puede leer constantemente en Il Giornale, en esta ocasión, sin embargo, trae un análisis breve en La Nuova Bussola Quotidina para comprender el comisariamiento (uno más de tantos) de una comunidad que no es tradi, Comunidad de San Martín.
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Comunidad Saint-Martin: a Roma le molestan las vocaciones numerosas
“Acompañamiento” forzado para la comunidad francesa con un auge de seminaristas que contrasta con el desierto general. Cifras preocupantes para la Santa Sede: demasiados sacerdotes y demasiados conservadores que corren el riesgo de contagiar a media Francia.
Nico Spuntoni
25_07_2024
Podría ser una coincidencia, pero una vez más es una comunidad de orientación conservadora la que acaba bajo la lupa de Roma. El pasado 4 de julio, el Dicasterio para el Clero nombró a dos asistentes apostólicos, el obispo de Laval monseñor Matthieu Dupont y el padre François-Marie Humann, para “acompañar” a la Comunidad de San Martín (Communauté Saint-Martin) durante los próximos tres años.
Esta realidad francesa nació en 1976 y encontró hospitalidad en la archidiócesis de Génova bajo la protección del cardenal Giuseppe Siri, instalándose en el convento capuchino de Voltri. El eminente cardenal genovés explicó que la Comunidad de San Martín nació “para la formación de los seminaristas franceses que desean el sacerdocio, pero no aceptan la confusión de ciertos seminarios modernos”. En 1993, después de 17 años, el instituto volvió a la diócesis de Blois. Si hace 31 años había 30 seminaristas, hoy hay más de 100, lo que constituye una excepción importante en el desierto vocacional que envuelve a la “católica” Francia de antaño.
Con el paso de los años, la Comunidad de San Martín se ha convertido en una fuente a la que recurrir para las diócesis que se enfrentan a crisis vocacionales, pudiendo contar con 175 sacerdotes y diáconos. A pesar de ello, la Santa Sede ha considerado necesario “investigar” esta realidad. De hecho, parece que fue la fecundidad vocacional la que hizo saltar las alarmas en el Vaticano.
El nombramiento de dos asistentes apostólicos se produce tras la visita pastoral decidida por el Dicasterio para el Clero y realizada entre julio de 2022 y enero de 2023 bajo la responsabilidad de monseñor Benoît Bertrand, obispo de Pontoise. Las conclusiones de la visita sacaron a la luz sombras sobre la figura del padre Jean-François Guérin, el fundador fallecido en 2005 y contra el que se habrían formulado acusaciones de “clima abusivo en el ejercicio de la autoridad y el acompañamiento espiritual” y también de “besos forzados” por parte de algunos entrevistados mayores de edad en aquella época. Por eso, en una carta, monseñor Matthieu Dupont y el padre François-Marie Humann explican que “se tratará de aportar verdad y claridad sobre el periodo fundacional de la Comunidad de San Martín, sobre la personalidad del fundador fallecido en 2005 y sobre los hechos de los que le acusan varios antiguos miembros de la comunidad”.
Desgraciadamente, se trata de un guión ya visto en situaciones similares. Sin embargo, esta especie de “comisariado” trienal también persigue otros objetivos. Los dos asistentes apostólicos, de hecho, dejaron claro que “también será necesario trabajar en el tema de la pastoral vocacional y su acogida, especialmente de los miembros más jóvenes, para garantizar un mejor discernimiento y prudencia a la hora de entrar en la formación. Se tratará también de apoyar el proceso de renovación de la formación inicial y permanente a la luz de las normas romanas y nacionales”. Son palabras que dejan entrever la intolerancia romana ante el exceso de vocaciones en esta comunidad de tendencia conservadora y que corre el riesgo de “infectar” a media Francia al abastecer de sacerdotes a treinta diócesis.
Los sacerdotes de San Martín, que aceptan plenamente las enseñanzas del Concilio Vaticano II, están muy atentos a la solemnidad de la liturgia, celebran también en latín según el Misal Romano de 1969, aman el canto gregoriano y prefieren llevar sotana en todo momento. Por tanto, en este caso no hay usus antiquior de por medio, pero sea como sea parece que lo que pesa es la sensibilidad eclesial demasiado tradicional. Es difícil no pensar así ante la mención del “trabajo de reforma que el Dicasterio ha considerado necesario después de leer las conclusiones de los Visitadores” que se hace en la carta de los dos Asistentes Apostólicos recién nombrados.