Por allá en Enero de este año, cuando apenas supimos que estaba en preparación un documento sobre “algunas cuestiones mariológicas” y nada más, enunciamos muy a vuelo de pajaro ciertos temores que nos abordaban sobre el tal documento y mencionamos a tres personajes en concreto, aunque en realidad la alusión no se limitaba solamente a ellos. Los días, las semanas y los meses han pasado, el documento aludido en el efecto se publicó la semana pasada, como ya Ustedes saben, y ahora recogemos reacciones a él precisamente de los tres personajes que mencionamos en aquel entonces.
Fray Stefano Cecchin, OFM
Presidente de la Pontificia Academia Mariana. El P. Cecchin brindó una conferencia, afortunadamente en español, en Catholic Information Service en Washington, EEUU, Oct-30-2025. Hay que decir algo obvio, que para esa fecha todavía no había sido publicada la “Nota doctrinal” del DDF. En la sesión de preguntas y respuestas al final de la conferencia precisamente le hacen una pregunta sobre la corredención mariana (en el video ir a 34:26).
P. Gian Matteo Roggio
Obvio al P. Roggio se le puede identificar por varios títulos, pero en el contexto que nos ocupa nos interesa su calidad de miembro de la Pontificia Academia Mariana Internacional y miembro del comité directivo central del observatorio sobre apariciones y fenómenos místicos.
El P. Roggio escribió una primera reacción a Mater Populi fidelis publicada en Portal Lecce, sitio de informaciones de la arquidiócesis de Lecce, Italia, en Nov-06-2025, bajo el título «La Doctrina de la fe sobre la devoción mariana. ‘Ni mediadora ni corredentora: madre del pueblo’». Sin embargo, nos parece un poco más explícita una entrevista con él que apareció en Famiglia Cristiana, Nov-11-2025, traducción de Secretum Meum Mihi.
¿Por qué, en su opinión, el Magisterio sintió la necesidad de publicar este documento ahora?
«Si leemos la presentación del documento que el Cardenal Fernández, Prefecto del Dicasterio, hizo, afirma que la presente nota Nota “responde a numerosas consultas y propuestas que llegaron a la Santa Sede en las últimas décadas sobre cuestiones relacionadas con la devoción mariana y sobre algunos títulos marianos. Son cuestiones que han preocupado a los últimos Pontífices”, y por lo tanto es normal que el Dicasterio para la Doctrina de la Fe, de acuerdo con los propios Pontífices, intervenga».
El Magisterio incluso afirma estar “preocupado”...
«El Prefecto también señala en la presentación que “existen algunos grupos de reflexión mariana, publicaciones, nuevas devociones e incluso solicitudes de dogmas marianos, que no presentan las mismas características de la devoción popular, sino que [...] se expresan intensamente a través de las redes sociales despertando, con frecuencia, dudas en los fieles más sencillos”. Aquí está a que se debe la preocupación».
La Nota se expresa en modo claro sobre el término “corredentora” para María, el cual debe evitarse en cuanto «este título corre el riesgo de oscurecer la única mediación salvífica de Cristo».
«Sobre esto, la Nota es muy clara: María tiene el papel de disponerr a la acogida de la obra de salvación, ayudar a los creyentes con su intercesión, con su oración, pero también con su ejemplo, o sea con el recuerdo de su vida, de sus experiencias, de sus decisiones, para que acepten con confianza y con fe la obra de salvación realizada por Cristo. Desde este punto de vista, el papel de María no tiene nada de dferente del de la Iglesia. La Iglesia también desea proclamar al mundo quién es Cristo y qué ha hecho por nosotros, para que sea acogido como el único Salvador».
También el título “mediadora de todas las gracias” es problemático: se lee en la la Nota que «Cristo es el único Mediador». Por otro lado, no podemos ignorar el uso del término «mediadora», entendido simplemente como cooperadora, aplicado a María...
«Si utilizo la misma palabra para Cristo y María —mediador, mediadora— soy llevado a pensar también el significado de la palabra sea el mismo. Sin embargo, el significado es diferente. María y Cristo no son iguales. Jesús es mediador en cuanto Él es la causa de la salvación; Él es el Salvador. María es una salvada, no una salvadora: es una salvada que con su vida y su testimonio, dice: “He acogido al Salvador”, por quien repite las palabras de la boda de Caná: “Hagan lo que él les diga”. Como se puede ver, estamos en una función completamente diferente. Es Cristo quien nos salva muriendo y resucitando por nosotros».
María no salva, es una salvada. ¿Podríamos decir que es la primera en salvarse?
«María es la primera de los salvados porque su fe fue total, sin límites ni demoras. El don único de la Inmaculada Concepción le permitió estar en una condición en la que libremente eligió crecer en la fe. Por lo tanto, María nunca podría decir de sí misma que es la que la salva. Pongo un ejemplo: si hubiera una aparición en la que el testigo dijera: “Vi a la Virgen que me dijo: Yo soy tu salvación y debes tener fe en mí, de lo contrario no te salvarás”, podemos ir a otra parte porque no se trata de una aparición auténtica».
Nos dirigimos a ella como “llena de gracia”, pedimos su intercesión para obtener gracias, pero el Magisterio dice que se corre el riesgo de presentarla «como si ella tuviera un depósito de gracia separado de Dios».
La imagen de la fuente que la Nota toma del Evangelio de Juan es muy instructiva. María está tan llena de la gracia de Dios que, al relacionarse con nosotros, la gracia divina forma parte integral de esta relación, fluyendo como agua viva a través de ella hacia nosotros. Esto significa que, al hablar del afecto maternal de María, dicho afecto no es solo sentimental, sino también teologal: es una experiencia humana plenamente llena, moldeada y animada por el Espíritu Santo, a quien el Evangelio de Juan llama “agua viva”. María está “llena de gracia” porque es una persona llena, moldeada y animada por el “agua viva” que es el Espíritu Santo. Y, como tal, hace de la relación con nosotros —que le ha sido dada— un encuentro donde esta plenitud del Espíritu puede compartirse a partir de nuestra fe común —la nuestra y la suya— en Cristo, siendo esta fe en Cristo la condición (la causa) para ser llenos del Espíritu Santo».
También nos dirigimos a María como “abogada nuestra”. También existe el riesgo de que algunos la vean como una especie de pararrayos de la justicia de Dios, que se dirijan a ella y digan: “Haz que el Señor no vea lo que estoy haciendo”...
«Si pensamos que Dios solo desea ejercer justicia punitiva contra nosotros, entonces María se convierte (como indica explícitamente la Nota) en un pararrayos en el cual refugiarse, lo que la hace una criatura en el fondo más buena que Dios. El punto en cambio es que Dios ejerce una justicia superior hacia nosotros, llamándonos a la conversión. La gente empezó a pensar que María era un pararrayos cuando olvidó la justicia superior de Dios. Dios juzgará a todos en Cristo, como afirmamos sin dudar en el Credo. Pero ¿qué buscará en nosotros ese día? Buscará, ante todo, aquello que le permita salvarnos, no importa cuan pequeño sea. Dios es juez porque quiere salvar. María vive según esta justicia superior: no es ella quien es más buena que Dios, sino que es Dios quien nos hace ver en ella una imagen de esta justicia superior que en él tine su origen».
Viene a la mente la iconografía clásica de Nuestra Señora de la Misericordia, abriendo su manto y protegiendo a todos bajo él, ¡pero no es que nos esté protegiendo de Dios!
«La tarea de María no es el de alejarme lo más posible de Dios, de su justicia superior y de su juicio. Es precisamente lo contrario: María me dispone a vivir en conformidad con esa justicia superior, a decir con ella: “Mi alma magnifica al Señor, y mi espíritu se regocija en Dios mi Salvador… El Todopoderoso ha hecho grandes cosas por mí, y santo es su nombre”».
¿Usted cuando leyó esta Nota qué pensó?
«Esta aclaración siempre es oportuna y bienvenida. Lo importante, sin embargo, es que después de estas aclaraciones sepamos concretarlos en forma inteligente. Pongo un ejemplo: alguien, partiendo de este documento, empieza a decir: “Tengo una parroquia dedicada a María, Mediadora de todas las gracias», o «Pertenezco a la cofradía de María Corredentora, ¿deberíamos cambiar de nombre?”. Absolutamente no. Debemos evitar que la aplicación de este documento se convierta en la llamada cultura de la cancelación. Este documento ofrece aclaraciones oportunas, pero no debemos transformarlo en un arma destructiva».
También porque la devoción mariana de una parte de los fieles tiene una particular sensibilidad...
«Debemos inspirarnos en estas aclaraciones para hacer exactamente dos cosas. Partir, ante todo, del verdadero Dios. Y en el momento en el cual tengo ante mí la verdad de Dios y la verdad de Cristo Salvador, puedo acoger a María como aquella que, con su oración, con su vida y su presencia, dice, junto con la Iglesia: “Confíen en Dios, no se alejen de Dios, sigan el Evangelio”: allí está la salvación».
Sor Daniela del Gaudio
Directora del observatorio sobre apariciones y fenómenos místicos y consultora del Dicasterio para la Doctrina de la Fe, con lo que es de inferir que ayudó en la elaboración de Mater Populi fidelis. A sor Daniela también la entrevistaron en reacción al documento en Famiglia Cristiana, Nov-11-2025, traducción de Secretum Meum Mihi.
Follow @SECRETUMMEUM¿Cuál es el corazón de esta nota y por qué se publica en este momento?
«Porque busca responder, como dice el Cardenal Fernández en la introducción, a varias preguntas que han surgido entre los cristianos en las últimas décadas con respecto a ciertos títulos marianos. En particular, los títulos de “corredentora” y “mediadora”, atribuidos a la Virgen María prácticamente desde siempre. Eran necesarias las aclaraciones».
¿Está esta nota dirigida a los simples fieles, que tal vez no piensan en todo esto cuando oran? ¿O está dirigida, en cambio, a quienes educan al pueblo de Dios?
«Ciertamente es un documento dirigido sobre todo a los expertos que lideran grupos e imparten catequesis... Una de las principales preocupaciones es que el culto mariano a menudo no está integrado en la Iglesia, y que puede utilizarse la devoción mariana para ir contra la Iglesia. Sin embargo, la nota también habla a los fieles, explica que debemos aprender a conocer bien quién es María. En definitiva, el documento busca responder precisamente a estas preguntas: ¿Quién fue María en la obra de la salvación? ¿Cómo colaboró con Cristo a nuestra salvación? ¿Qué hace María en mi vida de gracia? ¿Cuál es su papel en la Iglesia?».
¿Este tema de la “corredentora”, cómo se puede explicar simplemente?
«Lo explica bien el documento, donde dice que María colabora de modo único y singular en nuestra redención, pero siempre a nivel creatural. Participa como madre, en el sentido de que fue elegida por Dios para ser la vía a través de la cual el Redentor vino al mundo, madre que luego siguió fielmente a su hijo hasta la cruz. María representa un gran modelo para nosotros; ella testimonia de manera privilegiada la potencia salvífica de Cristo».
¿Podría darnos algunos ejemplos de los errores más comunes que se cometen incluso en la oración, dirigiéndose a la Virgen?
El error más frecuente es una espiritualidad individualista que ve a María separada de los dogmas marianos y, por lo tanto, de la doctrina de la Iglesia. Se corre el riesgo de convertirla en una “diosa”, sin comprender que la verdadera misión de María es ir a Jesús, por María ad Iesum. No es posible contemplar a María sin Cristo, y, por otro lado, no es posible contemplar el misterio de Cristo sin María. Una parte interesante del documento se refiere a los estudios mariológicos, que han avanzado mucho en los últimos años, explicando con claridad ciertos pasajes bíblicos. Por ejemplo, se cita Génesis 3:15, cuando Dios, al principio del Génesis, hablando del Redentor, nos dice que vendrá de una mujer y luego: «Pondré enemistad entre ti y la mujer». ¿Qué importancia tiene poner a esta mujer en el centro? Y de nuevo, Gálatas 4,4, “cuando llegó la plenitud del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer”. El papel de esta mujer es, por tanto, fundamental, pero no como una diosa, casi una protagonista absoluta, sino precisamente para hacer entender el papel de la humanidad y, por ende, de la criatura que participa en la obra de redención del Hijo de Dios encarnado.
También se habla de los riesgos de cierta espiritualidad que se difunde en las redes sociales...
«Esto es un problema: hoy existen grupos con gran repercusión en las redes sociales que enseñan doctrinas que absolutizan el papel de María fuera de la Iglesia, la ponen en contraposición con el Papa, a la jerarquía y a la comunión eclesial. Así pues, el problema no reside solo en la relación con Cristo, sino también con la Iglesia».
¿Entonces podemos decir que este documento no quita nada a la devoción devoción mariana auténtica?
«No, al contrario, en mi opinión ofrece una orientación importante precisamente para una recta comprensión del misterio de Dios y, por tanto, también para un crecimiento en la devoción: en el documento se habla de María como madre de la gracia, como mediadora, modelo para los fieles. Esto es lo que ya afirmó el Concilio Vaticano II, porque María continúa esta función maternal intercediendo por nosotros, acompañándonos y protegiendo la vida de cada creyente y de toda la Iglesia».
