Sunday, July 6, 2025

Guerra Al Rito Antiguo: No Fueron Los Obispos Quienes La Iniciaron. Entrevista A Mons. Nicola Bux

Artículo de La Nuova Bussola Quotidiana, Jul-07-2025. Traducción, con adaptaciones, de Secretum Meum Mihi.

Guerra al rito antiguo: no fueron los obispos quienes la iniciaron

La voluntad del episcopado, invocada por Francisco para "eliminar" la Misa en latín, parece muy diferente según los documentos examinados en La liturgia no es un espectáculo. Nadie quería una guerra, explica el coautor Mons. Bux; al contrario, la Iglesia necesita paz litúrgica.

Stefano Chiappalone
07_07_2025


No fue el episcopado mundial el que pidió “enjaular” la Misa en rito antiguo, como en cambio afirmó el Papa Francisco al declarar que el motu proprio Traditionis Custodes era la respuesta a una petición específica de los obispos consultados al respecto. Una exclusiva de la periodista Diane Montagna, en cambio, muestra, con documentos en mano, una realidad muy diferente sobre aquella consulta: nadie pidió la abolición total de Summorum Pontificum de Benedicto XVI (que había abierto esas puertas, luego cerradas bruscamente por Francisco), ni mucho menos la desaparición total de la liturgia antigua (el objetivo explícito de Traditionis Custodes). También arrojan luz sobre la documentación Mons. Nicola Bux y Saverio Gaeta, coautores del volumen La liturgia no es un espectáculo. El cuestionario a los obispos sobre el rito antiguo, un arma de destrucción de la misa (Fede&Cultura, Verona 2025). Monseñor Bux, entrevistado por La Bussola, sitúa la controvertida génesis y las repercusiones de Traditionis Custodes en el amplio horizonte de la “paz litúrgica” anhelada en su tiempo por Benedicto XVI y dramáticamente interrumpida en 2021.

Monseñor Bux, ¿no eran entonces la mayoría de los obispos quienes presionaban para “eliminar” la misa tradicional?

El primero en sorprenderse fue el papa Benedicto, como sabemos por el libro de Monseñor Gänswein, Nada más que la verdad. Pero también fue sorprendente para muchos otros que los obispos del mundo tuvieran una postura tan negativa hacia un acto —Summorum Pontificum— que había restaurado efectivamente la paz litúrgica, auspiciada por el propio Benedicto XVI, y al mismo tiempo había hecho justicia a un valioso y milenario patrimonio. Además, no se comprende por qué se redescubre la tradición en todas partes, incluso en el ámbito gastronómico (la “cocina tradicional”), pero esto no debería valer para la liturgia. Ni hablar del gran patrimonio de los ritos orientales, recientemente subrayado por León XIV.

Las medidas de Traditionis Custodes también se han justificado aduciendo supuestas actitudes antieclesiales. Sin embargo, al leer las respuestas de los obispos, da la impresión de que se trata de casos limitados y no tales que reclamaran la abolición de Summorum Pontificum...

Siempre es difícil analizar el sentido de la Iglesia y la fe del pueblo. Se podría entonces analizar también a todas las personas que frecuentan la misa ordinaria: si tienen un sentido de la Iglesia, si sienten junto a la Iglesia sobre la fe y la moral. Sabemos bien que no es así. Por lo tanto, atribuir un sensus Ecclesiae distorsionado al rito extraordinario no es correcto. Ha habido desacuerdos por todas partes, incluso en círculos progresistas (pensemos en el Catecismo holandés), pero esa no es una buena razón para excluir a las personas de la Iglesia.

En el cuestionario, algunos obispos destacan los efectos positivos del rito antiguo incluso para quienes celebran el nuevo. Pero, ¿prohibirlo sería entonces una pérdida para todos, no solo para este o aquel grupo?

Ciertamente. Si la forma ordinaria o Novus Ordo —que sus partidarios presentan como un desarrollo del antiguo— ha conocido, como sabemos, «deformaciones hasta el límite de lo soportable» (Benedicto XVI, 7 de julio de 2007), evidentemente significa que necesitaba esa restauración del sentido de misterio, que en las liturgias orientales está bien presente (como recordó el Papa León) y que está igualmente presente en el rito antiguo. Incluso los ortodoxos que a veces participan en el llamado rito extraordinario o Vetus Ordo se sienten impactados. Como estudioso de la liturgia bizantina, puedo decir que si existe un rito muy similar al bizantino, es el antiguo rito romano. Entonces, ¿por qué romper una relación que, entre otras cosas, también es muy beneficiosa para el acercamiento con los cristianos de Oriente? Solo quiero recordar que cuando se publicó el motu proprio Summorum Pontificum, el entonces Patriarca de Moscú, Alexis II, elogió al Papa Benedicto XVI porque afirmó que solo recuperando raíces, tradiciones y liturgias comunes los cristianos se reacercarían.

¿Cuáles han sido los efectos de Traditionis Custodes a hoy?

Creo que, en general, el efecto no ha sido tan impresionante. Claro que la obediencia que debe caracterizar a obispos y sacerdotes ha ralentizado la celebración del antiguo rito romano, pero difícilmente podrá detenerla. La realidad de la traditio es como el agua del río que se enriquece a medida que fluye. Pero si rechazamos esta riqueza de fe, oración y liturgia que hemos recibido, ¿cómo esperamos que las nuevas generaciones se acerquen a la Iglesia católica? Miremos, en cambio, a los jóvenes que participan en las peregrinaciones traditionales, como París-Chartres o Covadonga en España, y otras que se anuncian. Se espera que la ideología que tiende a aferrarse a la eclesiología y la liturgia se abandone de una vez por todas, porque la Iglesia es siempre una realidad que viene de arriba, la Jerusalén celestial que desciende entre nosotros, no algo que se “hace”. El Papa Benedicto XVI ha insistido mucho sobre esto: la liturgia no es fruto de nuestro arbitrio como sacerdotes u obispos, ni siquiera del Papa y de la Sede Apostólica. Porque incluso el Papa está sujeto a la Palabra de Dios y, por lo tanto, a la tradición que esta Palabra ha traído a la generación actual a lo largo de dos milenios.

¿Será por esto que el volumen se abre con un excursus sobre la Misa a lo largo de los siglos?

Exacto, es para demostrar —con un excursus necesariamente sintético— que lo que profesamos proviene de la tradición apostólica, no de la inventiva de alguien. En el libro, quisimos contextualizar adecuadamente la cuestión de las evaluaciones del cuestionario al interior de su contexto y después concluir con acontecimientos recientes, desde Summorum Pontificum hasta Traditionis Custodes, y así dirigir un llamamiento al Papa.

Es prematuro decir cómo se moverá León XIV, pero ¿qué podemos esperar del futuro de la “paz litúrgica”?

Se necesita retomar el camino de la “reforma de la reforma”, en el sentido en que la concibió Benedicto XVI, partiendo de la constatación de que la reforma litúrgica no ha despegado realmente, o ha volado muy bajo, hasta el punto de permitir deformaciones, arbitrariedades, misas en el colchón, etc. Esto se debe a que no ha sido “blindada” por normativas canónicas y sanciones, a pesar de que Sacrosanctum Concilium fue muy clara al respecto, advirtiendo que nadie, «aunque sea sacerdote, añada, quite o cambie cosa alguna por iniciativa propia en la Liturgia» (22,3). Preguntémonos qué ha sucedido en estos sesenta años y comencemos a estudiar cómo ha ido. Propongo directamente al Papa y al Prefecto del Culto Divino: téngase la valentía de estudiar los documentos de Consilium instituido por Pablo VI para la ejecución de la reforma litúrgica, o las Memoires de Louis Bouyer, uno de los grandes peritos que participaron... téngase la valentía de hacer verdad. Y, por lo tanto, recuperar, no por imposición, sino con la paciencia de la caridad, lo que ha quedado por tierra, injertar las ramas cortadas, para usar una imagen agustiniana.

Esta es la obra que yo definiría “reforma de la reforma”, sin pretensiones ideológicas, sino como un hecho, una comparación respetuosa, que ciertamente no puede suceder de la noche a la mañana. Mientras tanto, dejemos que “fermenten” las dos formas rituales, como dijeron gran parte de los obispos al responder al cuestionario y como lo desea Summorum Pontificum.

Si Jesús habla del escriba sabio que extrae de su tesoro nova et vetera, cosas nuevas y cosas antigüas, no se entiende por qué nosotros no deberíamos poder hacer lo mismo con el grandísimo patrimonio tradicional de la liturgia.